Tata nació en Logroño, en su juventud actúa con distintos grupos de Rock y Orquestas de Salsa y Baile. Cuando a los veinte años descubre el jazz se reconoce en el camino de la improvisación musical que ya le atraía poderosamente. Ha pasado por escenarios de Madrid, Barcelona, Nueva York, Cuba, Brasil… y una largo etcétera. Es profesora de Jazz Vocal en el Conservatorio Superior de Navarra y compagina el escenario con la docencia. TRANSBORDOS ha estado con ella. ¿Te vas a perder su entrevista?
Sartre dijo en una ocasión que la música no puede comunicar información de tipo inteligible o de tipo discursivo, pero que en cambio puede comunicar cosas que ningún lenguaje, ninguna escritura, pueden comunicar. Se refería al sentido —no solamente a la comunicación de placer o de estados de ánimo—; a la comunicación de ciertas dimensiones de la realidad. No podría estar más de acuerdo con esto.
Al escuchar a Tata Quintana puedes sentir esa sensación de que por un momento, todo marcha bien, todo cobra sentido y parece estar en armonía. Las palabras de Tata Quintana desprenden musicalidad e incluso suenan un poco a Jazz. TRANSBORDOS charló con ella en el Café de Oriente de Madrid, una voz elegante y serena.
Antes de empezar a leer la entrevista… TRANSBORDOS ha preparado para ti una lista con una selección de clásicos del Jazz, para que mientras te sumerges en la conversación que mantuvimos con Tata, tus pies bailen a ritmo de Jazz… es momento de darle al PLAY… A todo Jazz
Beatriz: ¿Un lugar de Madrid en el que te guste especialmente actuar?
Tata: Me gustaron mucho los conciertos de verano de Conde Duque, un antiguo cuartel militar que permite dar conciertos al aire libre, es un lugar donde cuidan especialmente la iluminación, el público se puede mover, sentarse. También he sido muy feliz en el Café Central de Madrid.
B: Has dado conciertos en multitud de ciudades de todo el mundo… ¿con qué momento en el escenario te quedas?
T: Los músicos vamos en busca de la magia, en busca de esa comunión total entre el público y los músicos, cuando entre todos creamos un espacio especial. Recuerdo que una de la ocasiones en las que surgió esa magia fue precisamente en mi tierra, en el festival de Jazz de Logroño. A la hora de cantar, prefiero que nadie me conozca personalmente, y estaba realmente nerviosa. Pero, a pesar de eso, se creó un momento maravilloso.
B: ¿Con qué artistas has trabajado?
T: Siempre me he rodeado de muy buenos músicos: Andrés Bedó, un pianista uruguayo fantástico, el excelente contrabajista Javier Colina, Miguel Vargas…aunque los que más me gustan son siempre los últimos con los que he tocado: Jonathan Hurtado, Jorge Garrido, Daniel Salamanca, todos fantásticos artistas.
El oficio te va enseñando que si no estás a gusto con la persona con la que tienes que trabajar, es más difícil que se produzca un momento mágico. Lo normal es que todos busquemos una barca común en la que remar pero hay muchas veces que ciertos músicos no escuchan al resto. Se deben elegir grupos que además de tener química contigo, tengan química entre ellos y se entiendan en términos de lenguaje musical, de estilo.
B: Tienes una técnica envidiable ¿te molesta que el mundo de la música este repleto de “artistas” con mucho marketing pero sin demasiado talento?
T: No les culpó tanto a ellos, que hacen lo que pueden (como todos). Creo que el problema es la industria, que se mete en todo. Lo mismo que te venden un yogur con frifofrinas (que nadie sabe lo que son) te venden un disco… y la gente pica.
B: Un artista al que idolatres
T: Idolatrar no idolatro a ninguno. Pero, admiro profundamente lo que esta haciendo Silvia Pérez Cruz. Una gran voz que tenemos en España y que está haciendo maravillas.
B: ¿Qué tiene que provocar en ti una canción para que te guste?
T: Para que una canción me emocione tiene que tener autenticidad, verdad. Aunque una voz esté desafinada o no este formada, si el mensaje es genuino todo da igual.
Aunque quizás mañana no te diría lo mismo, creo que el arte es un intento de armonizarte contigo mismo, con la naturaleza y con los demás. Un intento de encontrarte.
B: ¿Qué te piden tus alumnos?
T: Técnica, interpretación, improvisación, estilo. Trato de que mis alumnos conecten con la persona que son realmente. El trabajo con la voz, al igual que el arte, es muy terapéutico. Cuando intentas ayudar a una persona a mejorar la relación con su voz, tú no haces nada, sino que provocas que esa persona encuentre su propio camino.
B: ¿Qué estilos de música escuchas?
T: Si te soy sincera ahora no escucho casi nada. Cuando tengo tiempo para mí lo que quiero es silencio total. El silencio me parece la mejor música que hay, aquella de la que surge todo. En mis momentos libres lo que busco es cantar yo, oírme yo, tocar la guitarra, componer. Para que surjan las ideas, un artista debe rodearse de silencio, porque en el barullo no sale nada. Ahora doy clases de canto y cuando acaba el día he escuchado bastantes voces. Después de haber prestado atención a mis alumnos, mi oído necesita descansar y es en esa paz donde se genera lo nuevo, donde genero lo mío.
B: ¿Cómo descubres el jazz?
T: Cuando yo era joven, el jazz no llegaba a Logroño ni a muchas partes de España, no era algo que se escuchara. Yo había cantado desde pequeña y pasado por estilos como el folk, el rock and roll, la salsa…Pero de repente llegó a mis manos una cinta vieja en el que ni siquiera ponía el nombre. Me acuerdo perfectamente de que me quedé totalmente enganchada a la improvisación que escuché en esa cinta, me enamoré de Ella Fitzgerald cantando Once I loved. Empecé a investigar y descubrí a Sarah Vaughan, Charlie Parker, Louis Amstrong… y a partir de ese momento estuve años investigando porque improvisar no es una cosa fácil y era lo que yo quería hacer.
B: Existen musicólogos bastante puristas que critican la fusión de estilos musicales, ¿qué piensas tú sobre esto?
T: La música, como la especie humana, no se está quieta. Yo soy una defensora acérrima de la tradición, pero opino que la tradición que debemos respetar es la que evoluciona. Aunque siempre respetando las raíces hay momentos en los que las músicas buscan fusionarse, separarse, volver a los orígenes… la música es como la vida misma.
B: Pero además de tener una formación en el campo de la música y de la danza envidiable, eres licenciada en filosofía y letras…¿por qué filosofía?
T: Por la España que me tocó vivir no tuve la posibilidad de estudiar música, que era lo que yo siempre había querido. En mi familia el arte se concebía como un hobbie, pero no como algo que me fuera a dar de comer. Quise estudiar Historia del Arte en Barcelona, pero en aquel momento la universidad estaba con constantes huelgas…y mis padres decidieron que no era una buena opción, para mi frustración total y absoluta.
Yo quería volar de casa y entonces me pregunté ¿donde voy a tener que estudiar menos? Mi madre era licenciada en Filosofía y yo, al haberlo mamado siempre en casa, sabía que simplemente con el rollo que tenía podía aprobar cualquier materia de letras y eso escogí.
B: Te lo tengo que preguntar, ¿sientes predilección por alguna teoría filosófica en concreto? ¿por qué? ¿Y algún filósofo?
T: Me gustaban por igual Parménides y Eráclito, que eran justamente lo opuesto: para uno todo era movimiento y para el otro todo era la quietud, el ser, el ente. Yo sentía que podía entender las dos cosas, eran mis favoritos.
B: La generación musical de los 60 tomaba sustancias psicotrópicas para inspirarse, muchos dicen que su música es producto del estado al que las drogas les llevaban (hablo de artistas como Jimi Hendrix, The Doors, Pink Floyd o incluso los Beatles en una de sus últimas etapas) crees en ese tipo de “fuentes de inspiración”?
T: La historia del jazz, al igual que otras músicas, ha tenido una época terriblemente marcada por las drogas que han matado a grandes artistas. Yo puedo entender que se caiga en esa trampa, pero las drogas son drogas. Otra cosa es que tu intentes encontrar la manera de abrir tu conciencia. Hay sustancias, como el peyote, que si se toman de manera controlada y en el ambiente adecuado se podrían considerar como medicinas que tradicionalmente se han usado para abrir la conciencia humana, alejándose de lo que son las drogas psicotrópicas y psicodélicas.
Todo lo que nos engancha, todo lo que nos quita libertad y nos hace dependientes tenemos que evitarlo, pero si encuentras una sustancia que en un momento determinado te abra una puerta de percepción y te haga ser más libre sin caer en dependencias, es otra historia. Tengo una amigo que siempre dice que las adicciones lo que esconden es un deseo genuino del alma de encontrarse a ella misma.
B: ¿Qué nos puedes contar sobre tus proyectos más próximos?
T: Estaré en el Festival Surge de Madrid, dentro de unos meses. Pero lo más próximo que voy a tener son actuaciones con OMOSUNO, una compañía de música y danda improvisada.
B: Ya por último… ¿Cuál es la banda sonora de tu vida?
T: Viendo la historia de mi vida y toda la música que me ha acompañado a lo largo del tiempo, se hace difícil escoger una banda sonora en concreto. De pequeña me acompañó Joan Baez, Nuestro Pequeño Mundo… el principió sonaba a folk, pero en mi juventud yo quería rock, quería escuchar a Janis Joplin. Después busqué algo más amable como la salsa, que borraba la dureza del rock and roll. Cuando descubrí el Jazz no quería más música que esa. La música es acorde a la revolución que surge en el cuerpo en cada momento de la vida.